Soy médico de familia y sé que, al igual que nosotros en el
centro de salud, sus consultas en el hospital también están desbordadas. Lo sé porque durante el MIR roté por vuestros servicios y lo viví en primera persona.
Asumo que a veces, los médicos de familia en nuestras derivaciones
somos más escuetos o más extensos en la descripción del caso de lo que les gustaría. Incluso que a veces no saben ni el motivo por el que enviamos a los pacientes porque la hoja de derivación se ha perdido por el camino.
Entiendo que a veces sean ustedes los que se tengan que
encargar de desmontar la idea con la que remitimos al paciente porque en su
caso concreto no esté indicada.
Y comprendo que a veces los casos que remitimos les parezcan
demasiado sencillos como para que los hayamos tenido que remitir.
Pero lo que también sé y no asumo, ni entiendo ni comprendo,
es que más de un paciente ha vuelto del especialista con la mala sensación de
que entre ustedes y nosotros no existe buena relación, algo que siempre les genera
desconfianza hacia uno u otro lado. O hacia los dos.
Hace poco, haciendo un símil con esta situación, me decía una paciente: "Entre bomberos no deberían pisarse la manguera". Y tenía razón. Que nuestros pacientes tengan un diagnóstico acertado y un óptimo tratamiento va a depender de una coordinación entre su médico del centro de salud y el del hospital. Para ello es vital que puedan confiar en ambas partes. Así que, desde aquí nos invito a la comunicación directa entre nosotros para sugerir o debatir cualquier tema en el que discrepemos, sin involucrar al paciente ni generarle dudas o miedos innecesarios.
Un saludo de su compañera de familia.