jueves, 28 de septiembre de 2017

Dra. ¿Qué son estas verruguitas del cuello?


Cuello
(Ver Ilustradora)

Muchísimas consultas comienzan así, con esa misma pregunta y se debe a que esas pequeñas lesiones en la piel son extremadamente comunes. Si os observáis u observáis al que tenéis en frente, seguro que os encontráis alguna. Aunque suelen ser pequeñitas y su localización favorita es el cuello y los pliegues, algunas alcanzan tamaños muy variables y se distribuyen por toda nuestra superficie corporal.




Pero... ¿Y qué son exactamente esas verruguitas?



Lo primero que tenemos que saber que NO SE LLAMAN VERRUGAS. Sin embargo, tienen otros muchos nombres que podemos utilizar de forma indistinta, como Fibroma blando, Fibroma Péndulo, Molusco Péndulo o Acrocordón.

Pueden aparecer tanto en mujeres como en hombres y conforme vamos cumpliendo años, se hacen más frecuentes. En obesos, embarazadas o mujeres en el post-parto son habituales. Su origen es desconocido (por el momento).

Para aquellos que ya os habéis notado alguno, tranquilidad absoluta. Son lesiones BENIGNAS (buenas, por muy feas que nos puedan parecer) que se originan de la proliferación reaccional del tejido fibroso. El único inconveniente es que se localicen en zonas de roce y puedan acabar resultándonos incómodas porque nos produzcan dolor o picor.



¿Sería necesario quitarlas?

Como hemos dicho, se trata de lesiones benignas y no sería necesaria su extirpación con cirugía menor, electrocoagulación o crioterapia. Sus únicas indicaciones serían, en el sistema público de salud, a consecuencia de esas molestias que podrían ocasionar, o en un centro privado, por motivos de estética.

No es recomendable intentar arrancárselos por vuestra cuenta con técnicas un tanto "caseras" porque os podríais ocasionar más perjuicio que beneficio (dolor, hematoma, herida...).

BIBLIOGRAFÍA




jueves, 7 de septiembre de 2017

SEPTIEMBRE


Pájaros en la cabeza en septiembre.
By Patricia Metola

 Llega Septiembre y con él, las salas de espera se vuelven a llenar. Las consultas empiezan con un "Acabo de llegar de vacaciones" y el ambiente se impregna de una nostalgia casi depresiva.

Entonces me viene al recuerdo el amargor que traían consigo esos últimos días en el pueblo vaticinando el final del verano. Y la tristeza, toda la tristeza que puedes tener siendo niño, al despedirme una a una de todas mis amigas, sabiendo que las tardes de piscina y bicicleta, las noches jugando al escondite y las cabañas de palets iban a quedar suspendidas hasta por lo menos al año siguiente (que para mí en aquella época era toda una eternidad).

Recuerdo (o más bien me lo recuerda mi madre) las lágrimas, que duraban durante kilómetros, al separarme de mi abuela, de sus cuidados, su paciencia y sus deliciosos bocadillos de atún (o de cualquier cosa que cupiera entre dos panes) que me permitían seguir jugando en la calle aún en la hora de la cena.

Recuerdo el olor de los centros comerciales a papelería, los estantes repletos de cuadernos, folios y post-it y las terribles dudas a la hora de elegir mochila.

Y recuerdo también el contraste de alegría que suponía el reencuentro con las amigas del cole, la emoción de cambiar de curso, la curiosidad por saber quiénes serían los nuevos compañeros y el dulce sabor que nos dejaban los caramelos que recogíamos en las cabalgata que inauguraban las fiestas de la ciudad.

Llega Septiembre y con él, muchos cambios y una mezcla de emociones.

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