Esta mañana, mientras me arreglaba antes de ir al centro de salud del pueblo donde estoy rotando, me he mirado al espejo y las he visto. Allí estaban, intentando pasar desapercibidas; sin embargo, cada vez que esbozaba una sonrisa, ellas se henchían.
Aquellas tímidas arruguitas de expresión me han dejado helada. ¿Cuántas horas he tenido que sonreir para esculpirlas sobre mi cara? ¡Caray! El tiempo pasa muy deprisa... Menos mal que tiene el detalle de dejarnos huella.
Y... de nuevo una cincelada más.
Entonces, justo antes de irme de casa, todavía con todo lo ocurrido en la mente, me he reafirmado en mi idea de que el tiempo pasa muy deprisa. Y es que hoy ya hace un año que, con la ilusión con la que se hacen las cosas que se desean compartir, comencé a escribir este blog que ha ido dejando también su huella.
Agradezco a todos los que lo habéis leído alguna vez porque sin vuestras visitas no habría sido tan emocionante llegar hasta aquí. E invito a los que no lo hayan hecho, a encontrar entre las entradas, un consejo, una anécdota o una reflexión olvidada... sin miedo a que, desprevenidamente, se cincelen también vuestras caras.
Un año...
desde que surgiste en mi mente,
desde que te hiciste tangible,
y apareciste de repente.
Un año...
de retratos situacionales,
de apuntes, de consejo amable,
y sonrisas sensacionales.
Un año...
con días de verde o post guardia,
días en blanco y sin señales,
o los negros, de taquicardia.
Un año...
hacia el encuentro de lectores,
de sus mensajes de vanguardia
y comentarios sin pudores.
Un año...
de MUCHAS FELICIDADES,
que aún no siendo merecedores,
nos regalaste en tus deidades.
¡¡MUCHAS FELICIDADES, BLOG!! |